El de ella era un amor sincero hasta el dolor, Amor de aquellos que nunca se acaban. El de él era fugaz, pintado de pasión. Amor de noche, a media mañana. El de ella era un amor de un solo nombre, el de él un nombre más de sus amores. El de ella era vital, auténtico, ideal. El de él sólo un amor para ocasiones. El de ella dio a luz un día de calor, en una cama de una sola almohada. El de él no quiso estar, de ausencia se vistió y desapareció sin decir nada. El de ella al fin llegó, su mismo nombre, el de él un nombre que pronto olvidaba. El de ella fue mayor que el miedo y el dolor. El de él tenía ya una nueva cara. Y una canción de cuna se escuchó... "Amor de mi estoy aquí, no tengas miedo por favor. Que yo jamás te dejaré, confía en mí... Créemelo !!! Amor de mi alma, oh amor... duerme hijo mío, duerme así, que a mí me sobra el valor, para seguir, para seguir"...
Una hermosa canción del dúo Pimpinela, con la cual me siento tan identificada.
Mi corazón se ha desangrado por tan súbita despedida.
Tu espíritu luchador a la vida se aferraba. Mas Dios, desesperado, a su lado te llamaba.
En ángel te has convertido velando por nosotros estás. Aguardando que se cumpla la cita de reunirnos en la eternidad.
Sin embargo, me parece tan lejos... Quisiera ahora poderte abrazar. Te busco, te llamo. No te encuentro. Dime... ¿ cómo me he de consolar?
Tu amor incalculable mis faltas por alto pasó. Porque el querer de una madre, ese no tiene comparación. Se que en el cielo habitas, al lado de Dios has de estar. Aguardaré paciente el día en que nos volvamos a encontrar. Entonces será para siempre.
Nada ni nadie nos podrá separar. No temeré cuando llegue mi momento pues tu presencia me confortará. Me esforzaré por ganar el cielo para no perderte nunca más.
Mientas tanto, guía mis pasos. Ilumina mi senda, enséñame el camino. Que tu presencia me rodee siempre hasta que se cumpla mi destino.